Wales

Hola a todos y bienvenidos de nuevo. Se que ha pasado bastante tiempo desde la última entrada, pero he estado toda esta última semana de vacaciones con la familia en Gales -¡bieeeeeeen!. Mi HM alquiló una caravana y estuvimos cinco días allí, al lado de Porthmadog, muy cerquita de la playa –dos minutos andando– y con unas vistas de montaña inscribibles. Además el tiempo nos hizo un favor y las temperaturas fueron buenas, con cielos despejados y un sol de muerte –me quemé-.

El primer día, durante el viaje de ida, paramos en Stratford Upon Avon para visitar la granja de mariposas y desayunar porque luego nos esperaban tres horas y pico de viaje en el coche. Fue precioso. Era una especie de invernadero con un montón de mariposas revoloteando por allí e incluso se te ponían encima. Había carteles para que no tocáramos las alas, pero casi que podías cogerlas. Además había una vitrina con capullos de mariposa que estaban abriéndose y podías verlas nacer. Tenían otras tres salas aparte, una con las orugas y otras dos con otros bichos. En una de ellas había hormigas, que iban de una vitrina a otra para llevar la comida hasta el hormiguero mediante una cuerda que atravesaba por el techo. En la última sala había camaleones, escarabajos, insectos palo, mantis religiosas… Una variedad grande de diferentes insectos. ¡Ah! Y también tenían una tarántula.

¡Y llegamos a Gales! Greenacres era el nombre del sitio de caravanas y tenían un montón de cosas. Actividades, piscina, una sala para hacer actuaciones todas las noches, karts a pedales para alquilar… La suerte que tuvimos es que nos dieron una caravana más grande de lo que pedimos y nadie tuvo que dormir en el sofá. Además de que estábamos a dos minutos andando de la playa –ignorad mi piel de neón-. Otra cosa es que la playa era infinita. En una excursión que hice por mi cuenta el cuarto día, tardé diez minutos o más en llegar hasta la orilla. Eso si, me topé con lagunas por el camino. La marea bajaba una barbaridad allí y casi que podías ir al pueblo que se veía a la otra orilla –era un entrante– andando

El segundo día nos fuimos a subir Snowdonia, una montaña muy alta que nos costó cuatro horas de subida y dos y media de bajada. Niños quejándose y un sol que pelaba, pero mereció la pena llegar hasta allí arriba. Al final solo yo y la mayor llegamos al punto más alto, que no parecía muy seguro teniendo en cuenta el viento que hacía. Arriba del todo había una estación con una tienda de recuerdos, así que ahora tengo un pin la mar de cuco con una oveja que dice que he subido Snowdonia. Aunque costó lo suyo llegar arriba, quiero volver a ir, un día con menos viento si puede ser.

Para rematar, el último día nos fuimos temprano y lo pasamos en Alton Towrs, un parque de atracciones que están dentro de un bosque en medio de la montaña y que parece sacado de un cuento. Tiene un castillo, un bosque, un lago enorme y atracciones de todo tipo. Nos subimos en pocas por la cola y porque cerraba a las cinco –si, a las cinco de la tarde-. Aun así, lo pasamos estupendamente y el camino de vuelta se hizo más ameno que el de la ida.

Filmé algunos vídeos, así que si puedo los montare esta semana para que veas la cima de Snowdonia, la playa y también el paseo en los karts.

Bye!